domingo, 23 de septiembre de 2012

Encomienda de Puñihuil




Miguel Altamirano y su mujer, Yvette, me mandaron una encomienda. Como habían prometido, escogieron en el mercado de Ancud algunas papas y las enviaron en esta caja. Miguel escribió en un papel el nombre de cada variedad y las separó en bolsas para que yo las distinguiera.
Mechuñe (morada, colorada y blanca) y clavela, que son nativas.
Me mandó también unas romana, pero señala que no son nativas.
Pero como son amigos, y los buenos amigos dan siempre más de los que uno espera, en esta caja venían también dos frascos de locos, cosechados, cocidos y conservados por él, y un frasco de exquisita jalea de mora, preparada por la Yvette.

Qué puedo decir, sólo puedo agradecer tanto cariño gratuito e inmerecido!!! Eso es ser grandes personas, generosos, esforzados, alegres, padre y madre de niñas que estudian a varios kilómetros de su casa, (kilómetros de camino de tierra o barro), que en verano atienden con dulzura a los turistas que visitan Puñihuil para ver sus pingüinos, y en invierno pescan, tejen, cocinan y viven acompañándose uno al otro.






No escribo esto con paternalismo, sino con verdadera admiración. Valoro mucho más la libertad que la comodidad. Creo quel ser capaz de acomodarse a lo que la vida, el clima, la distancia te entrega es enormemente más valioso que tragarse todo lo que la ciudad y la sociedad te da predigerido, precocinado, prepagado, prevendido.

No hay comentarios: